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LENGUAJE CORPORAL ECUADOR 2012




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Una investigación publicada en el Journal of Cognitive Neuroscience llevada a cabo por Florin y Sandra Dolcos del Instituto Beckman, determinó que la calidad de un apretón de manos es determinante para tener un impacto positivo en la interacción social posterior al mismo.
Los resultados, en pocas palabras, le dan un espaldarazo científico a la antigua creencia de que el apretón es parte de una buena primera impresión.  Según Dolcos, “No sólo refuerza una percepción positiva, es también capaz de disminuir la percepción negativa y los prejuicios que puedan formarse de la persona a primera vista“
La científica aclaró también que no cualquier tipo de apretón crea este efecto.  Más precisamente: uno firme, sin exagerar la fuerza y durante uno o dos segundos.


En un artículo de Robert Lee Hotz publicado en el Wall Street Journal, se expusieron los resultados de una investigación realizada en la Universidad del Sur de California y la Universidad de Peking, según la cual nuestra sonrisa de respuesta a una persona de mayor rango en el ambiente laboral, dependerá de la percepción de nuestro propio estatus y poder.  Mientras más poderosos nos sentimos, menos necesidad tenemos de retornar una sonrisa a un superior.
“…Utilizando una técnica llamada electromiografía facial, el neurocientífico cognitivo Evan Carr examinó las reacciones de 55 estudiantes de ambos sexos que fueron divididos en dos categorías: aquellos que consideraban tener mayor poder personal y los que consideraban lo contrario.

Les mostraron videos de personas que les indicaron tenían puestos importantes, como doctores, o puestos bajos, como empleados en restaurantes de comida rápida.
Los investigadores hallaron que cuando las personas se sentían poderosas muy raramente devolvían una sonrisa de un individuo de alto rango, suprimiendo automáticamente la tendencia de imitar la mueca…“



Para ubicarlo, coloca tu dedo índice dos centímetros debajo de la boca, relaja los labios y trata de “empujar” tu mentón hacia arriba.  Tu boca debería aplanarse un poco.
 
¿De qué nos sirve identificar la AU17? primero, un dato curioso: el mentón obtiene su nombre del músculo como tal… mentalis.  Se llama así porque en la antigüedad creían que su contracción estaba asociada a los procesos del pensamiento o introspección.   Si una persona contraía su barbilla de esta manera, o colocaba su mano cerca de ella, se creía que estaba en un estado analítico.
No es de extrañar que aún hoy hacemos esta relación, pues seguimos viendo ejemplos de este gesto en todas partes.  la AU17 es especialmente útil para los profesionales de las ventas, pues aún cuando la mano no se acerque a la cara, una cuidadosa observación del rostro te permitirá precisar si la persona está tomando una decisión.  Puede ser algo tan leve como unos cuantos milímetros (de seguro no lo verás en la barbilla como tal, sólo verás el labio inferior aplastarse levemente), pero estará ahí.


 


Para un líder político, social o empresarial, es crucial desarrollar una imagen de liderazgo y compromiso que lo acompañe en cada una de sus palabras; pero con demasiada frecuencia esta imagen es acompañada por gestos ilustradores que irónicamente no siempre son los más idóneos.
Afortunadamente,  existen cuatro expresiones corporales que, utilizados en la dosis correcta, pueden hacer que un líder se muestre a la vez empático y firme, sin legar a verse ni blando ni autoritario:
1) El secreto está en las muñecas: La clave para demostrar que se está al servicio de tu comunidad o empresa es mostrar las palmas de tus manos.  Eso es fácil de recordar… a menos que incurras en el error de “dejar caer” la mano hacia atrás (quebrando la muñeca), lo que te hará ver blando y sin firmeza, incluso manipulable y hasta traicionero.  Para acompañar tu disposición a la cooperación con una fuerte templanza, mantén las muñecas derechas.  Esto te acercará a tu público y a la vez proyectarás fuerza y energía en tus palabras.
2) Jugar con los ojos: A lo largo de tu discurso, debes tomar en cuenta qué expresan tus ojos:  Cuando los abres, estás llamando la atención sobre un hecho; cuando los entrecierras un poco, estás demostrando aplomo y firmeza.  ¿Cómo emplear estas dos herramientas? muy fácil: Describe la situación actual de tu empresa o sociedad abriendo tus ojos con naturalidad; cuando vayas a describir tus acciones al respecto, entreciérralos un poco.
3) Los gestos ilustradores, siempre por debajo de la barbilla: ¿Cuántas veces hemos visto políticos que hacen gestos amplísimos, de arriba a abajo, que comienzan incluso por encima de su cabeza? estos gestos tratan de crear una sensación de “arrase” junto al discurso, que generalmente es de corte populista.  Quien tiene el control, y no teme ejercerlo, tendrá la templanza para usar ilustradores que no suban más allá de la barbilla; en este caso, nuestra sola presencia debe proyectar autoridad;  no caigamos en el error de querer “exagerar” nuestro ímpetu, pues más bien restaremos fuerza a nuestro discurso.  Un ejemplo claro era Hitler, cuyos gestos eran un 91% por debajo de la barbilla, aún cuando el contenido de sus discursos era fuertemente emocional.
4) Toma las riendas: un gesto poco común -que debe ser empleado de manera totalmente consciente, en momentos muy concretos del discurso- es el de “tomar las riendas” de la situación.  Al escribir este apartado, enseguida vino a mi mente el póster dela película “Michael Collins”, protagonizada por Liam Neeson, cuya imagen principal sirve de ilustración para este artículo.  ¿Ven la postura que adoptan sus manos? ¿Pareciera que sostuvieran una rienda imaginaria, verdad? Y ése es el secreto del gesto: un hombre recio, líder, impetuoso y que aún así no pierde el “control” o las “riendas” de la situación.
No es fácil desarrollar una imagen de poder; sin embargo puedes usar la vestimenta correcta para transmitir autoridad o también usar gestos de poder para dominar cualquier conversación


 
Aunque no se ha encontrado la fórmula segura para “destapar” a un mentiroso, existen medios naturales que pueden permitir poner en duda a falsos de palabra. Por ejemplo el lenguaje corporal; estos 8 tips básicos le ayudarán a descubrir, casi como el polígrafo – famoso detector de mentiras -, a los largos de nariz.
Primero: Las personas que dicen la verdad se “ponen de frente” sin dudar. Los mentirosos tienden a evitar la alineación frontal directa, y usualmente se sentarán con sus brazos y piernas cruzados, como si estuviesen congelados”, dice John Buckley, experto en interrogatorios y entrenador de policías.
Segundo: Para distanciarse psicológicamente del “cuento chino”, el mentiroso usará con frecuencia pronombres imprecisos como “ustedes”, “nosotros” y “ellos”.
Tercero: Los mentirosos más experimentados no sudarán ni una gota, pero en general todas las personas tienden a ponerse nerviosos al mentir. En ese caso, los ojos pueden moverse mucho, tener un tono de voz más agudo que de costumbre, enrojecer o respirar más profundamente.
Cuarto: Los mentirosos tienden a pedir que se repita la pregunta, iniciando sus respuestas con “¿Quieres que te diga la verdad?” o “Para serte sincero…”. Las respuestas evasivas es gran síntoma de mentira.
Quinto: El teléfono tiende a facilita el trabajo a los mentirosos. En un estudio hecho a 30 Universitarios, se observó que el teléfono era el medio preferido para decir mentiras en un 37%; dejando así 27% al “cara a cara”, 21% en Chats y apenas 14% por email. No es de extrañar, pues las conversaciones telefónicas no permiten detectar el lenguaje corporal y no dejan evidencias como los correos electrónicos.
Sexto: Un mentiroso puede que no haya pensado en todos los detalles de su historia. Si cree que le mienten, indague sutilmente los detalles.
Séptimo: El mentir pone a la gente al a defensiva. Mientras una persona sincera está dispuesta a cooperar y dar explicaciones, un mentiroso se pondrá a la defensiva y será menos cooperativo.
Octavo: La técnica Reid es un interrogatorio en nueve fases utilizada a nivel mundial para descubrir mentiras. El objetivo es “conducir” al mentiroso hasta un punto en el que no le queda opción más que aceptar su culpabilidad.