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viernes, 6 de diciembre de 2013

LAS MANZANAS PODRIDAS

Nada afecta más a una organización que cuando los jefes ignoran, consienten o toleran a un empleado que no cumple con sus responsabilidades como vulgarmente se dice en en el Ejercito "son unas madres". Esa generosidad socava la confianza y la moral de la organización.

Pero antes de que escribir  acerca de cómo podemos eliminar a las manzanas podridas, como yo las califico, hay que dejar en claro de qué personas se trata.

Los valores representan el comportamiento que las compañías buscan en sus empleados, su forma de actuar. Y es por eso que la mayoría de las listas incluyen virtudes tales como la integridad y la imparcialidad, el honor el respeto, la iniciativa . Esos valores son necesarios, pero cualquier lista de ellos que se haga, puede y debe también, ser vinculada a objetivos estratégicos.
Por lo tanto, una compañía puede añadir valores que señalan: Pensamos y actuamos de manera global; celebramos el trabajo en equipo; mostramos un fuerte perjuicio en favor de la rapidez, o de la manera de enfrentar problemas con urgencia.

Y ahora volvamos a los cuatro tipos de empleados. El primer tipo incluye personas con buen desempeño y buenos valores. Con esos ganadores, la tarea de la gerencia es fácil. Basta educar, recompensar e impulsar hacia adelante y hacia arriba.
La segunda categoría involucra empleados que no concretan buenos resultados y tampoco muestran una buena conducta. Una vez más, el trabajo es fácil: solo hay que mostrarles la puerta como lo aprendí hace tiempo en una empresa tenemos que fumarlo .

Un tercer tipo de empleado tal vez ofrezca resultados débiles durante un año, pero sigue exhibiendo el tipo de conducta que usted desea. Por lo tanto, los gerentes deben dar a esas personas bien intencionadas una segunda o tercera oportunidad. Los empleados de la tercera clase pueden tener algún problema particular en materia de desempeño, pero no son idiotas. Basta con apoyarlos, capacitarlos y estimularlos para que desarrollen mejor sus capacidades.

La cuarta categoría de personas se trata de empleados que concretan su tarea, pero no respetan los valores. Usted se percata del tipo, ¿quién no lo conoce? Existen en cada nivel de casi toda organización. Esos empleados, pese a su alto desempeño, pueden ser mezquinos, arrogantes o proclives a mantener secretos. Con frecuencia, dan besos y una patada por la espalda. Algunos son solitarios con un corazón de piedra, otros son malhumorados, y aquellos que están a su alrededor viven en una especie de esclavitud del terror.
Y sin embargo, con frecuencia, el 'Tipo Número Cuatro' continúa ileso. Seguro, tal vez los jefes los reprendan, pero generalmente las cosas no cambian luego de esas reconvenciones.
Por cierto, la mayoría de nosotros somos tal vez culpables de haber estado tan deseosos por obtener buenos resultados, que hemos ocultado los pecados de la conducta venenosa de un empleado. Y nos hemos limitado a mirar para otro lado.
¡Usted no puede hacer eso!
Si tiene algún idiota en su empresa, debe enfrentarlo cara a cara. Y ese proceso solo puede comenzar con una guillotina  de transformación. Los dirigentes de una compañía deben aceptar que un idiota causa más daños que beneficios a una organización. Si bien sus resultados son buenos, el daño colateral a la cultura y a la competencia en su conjunto, son mucho más grandes.
Una vez el liderazgo acepte esta línea de razonamiento, y realmente lo sienta en sus huesos, librarse de empleados estúpidos es algo bastante directo.
Los gerentes deben asegurarse que todos en la compañía estén enterados de los valores. Deben demostrarlo y elogiar y recompensar esos valores en otros. Los valores tienen que ser tan cegadoramente aparentes a las personas en la organización, que si alguno no los respeta, ese intruso debe ser localizado de inmediato, como un jugador de futbol que luce uniforme del Barcelona y aparece en los vestidores de los Emelec.
Pero el factor decisivo en librarse de las manzanas podridas en su organización es eliminar a los que tiene y hacerlo con gran fanfarria. Es un error echar a una persona que violó los valores de la organización y luego suavizar las cosas, diciendo, "José se fue de la compañía para pasar más tiempo con su familia".
Los líderes tienen que decir, "José se fue porque no pensaba de manera global", o, si la diversidad es un valor, "Se le pidió a José que se fuera pues no cumplía con los valores y responsabilidades que se le había encomendado".
Cada vez que se libre de una manzana podrida, no pierda la oportunidad de que se convierta en una lección para todos los demás. Con gran rapidez, los empleados aprenderán que se paga un fuerte precio por conducirse como un tonto.
Ahora bien, ninguna organización podrá eliminar totalmente todas las manzanas podridas. Algunos continuarán trabajando porque su desempeño es muy bueno o porque su mala conducta es muy sutil.
Pero usted nunca debe cesar los intentos por eliminar las manzanas podridas. Son muy malas para los negocios.